lunes, 14 de noviembre de 2011

Estrategias para educar en valores.

Se mostrarán estrategias para poder aplicar en el aula, y de esta manera poder fomentar la educación en valores en los niños de la escuela primaria. Ya que se entiende la crisis en valores por la que está atravezando la educación hoy en día.



lunes, 7 de noviembre de 2011

Problemática socioeducativa hoy.

Hay una crisis institucional en lo educativo. Tenemos que tener en cuenta la cultura pos moderna, para educar mejor. Mirando el aporte de la escuela católica vemos que hay que humanizar al hombre mediante la asimilación crítica de la cultura.



Crisis institucional en el orden social y educativo. Cultura posmoderna y su influencia en educación. Socialización primaria, habitus y sentido común en la escuela. Institución, Comunidad educativa y sentido.
Aporte de la Escuela Católica. La humanización mediante la asimilación crítica de la cultura. Escuela y comunidad barrial. Enseñanza bajo un nuevo paradigma de las ciencias. Confucio y la síntesis entre los enfoques normativistas y racionalistas, desde una perspectiva social. Cuidado y desarrollo de la vida y la Ecología. La alfabetización social a través del aprendizaje solidario. Ser Persona: palabra, escritura, pensamiento y sentimiento, cuerpo y espíritu.
Análisis de casos concretos en la EGB.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Cuentos para Formar en Valores.

De la página http://cuentosparadormir.com Se pueden descargar cuentos para educar en valores.

Los malos vecinos

Cuento sobre la importancia de hablar para aclarar las cosas
Había una vez un hombre que salió un día de su casa para ir al trabajo, y justo al pasar por delante de la puerta de la casa de su vecino, sin darse cuenta se le cayó un papel importante. Su vecino, que miraba por la ventana en ese momento, vio caer el papel, y pensó:
- ¡Qué descarado, el tío va y tira un papel para ensuciar mi puerta, disimulando descaradamente!
Pero en vez de decirle nada, planeó su venganza, y por la noche vació su papelera junto a la puerta del primer vecino. Este estaba mirando por la ventana en ese momento y cuando recogió los papeles encontró aquel papel tan importante que había perdido y que le había supuesto un problemón aquel día. Estaba roto en mil pedazos, y pensó que su vecino no sólo se lo había robado, sino que además lo había roto y tirado en la puerta de su casa. Pero no quiso decirle nada, y se puso a preparar su venganza. Esa noche llamó a una granja para hacer un pedido de diez cerdos y cien patos, y pidió que los llevaran a la dirección de su vecino, que al día siguiente tuvo un buen problema para tratar de librarse de los animales y sus malos olores. Pero éste, como estaba seguro de que aquello era idea de su vecino, en cuanto se deshizo de los cerdos comenzó a planear su venganza.
Y así, uno y otro siguieron fastidiándose mutuamente, cada vez más exageradamente, y de aquel simple papelito en la puerta llegaron a llamar a una banda de música, o una sirena de bomberos, a estrellar un camión contra la tapia, lanzar una lluvia de piedras contra los cristales, disparar un cañón del ejército y finalmente, una bomba-terremoto que derrumbó las casas de los dos vecinos...
Ambos acabaron en el hospital, y se pasaron una buena temporada compartiendo habitación. Al principio no se dirigían la palabra, pero un día, cansados del silencio, comenzaron a hablar; con el tiempo, se fueron haciendo amigos hasta que finalmente, un día se atrevieron a hablar del incidente del papel. Entonces se dieron cuenta de que todo había sido una coincidencia, y de que si la primera vez hubieran hablado claramente, en lugar de juzgar las malas intenciones de su vecino, se habrían dado cuenta de que todo había ocurrido por casualidad, y ahora los dos tendrían su casa en pie...
Y así fue, hablando, como aquellos dos vecinos terminaron siendo amigos, lo que les fue de gran ayuda para recuperarse de sus heridas y reconstruir sus maltrechas casas.

Autor.. Pedro Pablo Sacristán



Valor educativo: Comunicación.

Billetes de Cielo

Cuento para niños enfermos
Había una vez un niño enfermo llamado Juan. Tenía una grave y rara enfermedad, y todos los médicos aseguraban que no viviría mucho, aunque tampoco sabían decir cuánto. Pasaba largos días en el hospital, entristecido por no saber qué iba a pasar, hasta que un payaso que pasaba por allí y comprobó su tristeza se acercó a decirle:
- ¿Cómo se te ocurre estar así parado? ¿No te hablaron del Cielo de los niños enfermos?
Juan negó con la cabeza, pero siguió escuchando atento.
- Pues es el mejor lugar que se pueda imaginar, mucho mejor que el cielo de los papás o cualquier otra persona. Dicen que es así para compensar a los niños por haber estado enfermos. Pero para poder entrar tiene una condición.
- ¿Cuál? - preguntó interesado el niño.
- No puedes morirte sin haber llenado el saco.
- ¿El saco?
- Sí, sí. El saco. Un saco grande y gris como este – dijo el payaso mientras sacaba uno bajo su chaqueta y se lo daba. - Has tenido suerte de que tuviera uno por aquí. Tienes que llenarlo de billetes para comprar tu entrada.
- ¿Billetes? Pues vaya. Yo no tengo dinero.
- No son billetes normales, chico. Son billetes especiales: billetes de buenas acciones; un papelito en el que debes escribir cada cosa buena que hagas. Por la noche un ángel revisa todos los papelitos, y cambia los que sean buenos por auténticos billetes de cielo.
- ¿De verdad?
- ¡Pues claro! Pero date prisa en llenar el saco. Llevas mucho tiempo enfermo y no sabemos si te dará tiempo. Esta es una oportunidad única ¡Y no puedes morirte antes de llenarlo, sería una pena terrible!
El payaso tenía bastante prisa, y cuando salió de la habitación Juan quedó pensativo, mirando el saco. Lo que le había contado su nuevo amigo parecía maravilloso, y no perdía nada por probar. Ese mismo día, cuando llegó su mamá a verle, él mostró la mejor de sus sonrisas, e hizo un esfuerzo por estar más alegre que de costumbre, pues sabía que aquello la hacía feliz. Después, cuando estuvo solo, escribió en un papel: “hoy sonreí para mamá”. Y lo echó al saco.
A la mañana siguiente, nada más despertar, corrió a ver el saco ¡Allí estaba! ¡Un auténtico billete de cielo! Tenía un aspecto tan mágico y maravilloso, que el niño se llenó de ilusión, y el resto del día no dejó de hacer todo aquello que sabía que alegraba a los doctores y enfermeras, y se preocupó por acompañar a otros niños que se sentían más solos. Incluso contó chistes a su hermanito y tomó unos libros para estudiar un poquito. Y por cada una de aquellas cosas, echó su papelito al saco.
Y así, cada día, el niñó despertaba con la ilusión de contar sus nuevos billetes de cielo, y conseguir muchos más. Se esforzaba cuanto podía, porque se había dado cuenta de que no servía el truco de juntar los billetes en el saco de cualquier manera: cada noche el ángel los colocaba de la forma en que menos ocupaban. Y Juan se veía obligado a seguir haciendo buenas obras a toda velocidad, con la esperanza de conseguir llenar el saco antes de ponerse demasiado enfermo...
Y aunque aún tuvo muchos días, nunca llegó a llenar el saco. Juan, que se había convertido en el niño más querido de todo el hospital, en el más alegre y servicial, terminó curando del todo. Nadie sabía cómo: unos decían que su alegría y su actitud tenían que haberle curado a la fuerza; otros estaban convencidos de que el personal del hospital le quería tanto, que dedicaban horas extra a tratar de encontrar alguna cura y darle los mejores cuidados; y algunos contaban que un par de ancianos millonarios a los que había animado mucho durante su enfermedad, habían pagado un costosísimo tratamiento experimental para él.
El caso es que todos decían la verdad, porque tal y como el payaso había visto ya muchas veces, sólo había que poner un poquito de cielo cada noche en su saco gris para que lo que parecía una vida que se apaga, fueran los mejores días de toda una vida, durase lo que durase.

Autor.. Pedro Pablo Sacristán
Valor Educativo:Esperanza e ilusión.

Educacion y Sociedad

La educación es el motor que impulsa el desarrollo de toda sociedad, aún así, se la pone en último lugar.
No puede existir una buena sociedad, sino existe una buena educación.
La sociedad y la educación forman el carácter de la persona. La educación debe tender a formar a los alumnos como persona y a enseñarle a formar su personalidad de la mejor manera posible.
Por eso considero pertinente, educar a los niños en valores para que sean buenos ciudadanos y se desempeñen de manera adecuada en la sociedad.